A pesar de las promesas del alcalde Daniel Quintero de devolverle el carácter público a la Feria de las Flores y descentralizar su programación, los resultados han dejado un sabor agridulce entre los ciudadanos. La Feria, que alguna vez fue reconocida por su participación activa de los barrios y corregimientos, ha perdido su espíritu popular en gran medida debido a la organización y dominio de eventos por parte de empresas privadas.
En su campaña electoral, el ahora alcalde Quintero se comprometió a recuperar la esencia de la Feria, asegurando que se daría protagonismo a los barrios y a las expresiones populares que la hacían vibrar. Sin embargo, la realidad ha sido muy diferente. De acuerdo con un informe proporcionado por la propia Alcaldía en respuesta a EL COLOMBIANO, el 90% de la programación de la Feria está compuesta por actividades de empresas privadas que cumplen con los requisitos, mientras que solo el 10% restante corresponde a eventos públicos organizados por el Distrito.
Al analizar la programación, se observa que las actividades que más participación tienen están enfocadas en Santa Elena, con toures a fincas silleteras, fiestas y eventos culturales privados. Le siguen en importancia las actividades en centros comerciales y negocios privados, dejando en tercer lugar a los conciertos pagos y escenarios para eventos masivos gratuitos en lugares como la 70, el Aeroparque, Parque Norte y el Carlos Vieco.
Aunque se ha incluido algunos eventos especiales en barrios como Castilla, Villa Hermosa, Manrique, Enciso y Doce de Octubre, en comparación con la edición de 2019, la feria sigue estando lejos de ser considerada «del pueblo».
Esta no es la primera vez que la Feria de las Flores ha sido objeto de críticas. En el pasado, la decisión de centralizar los eventos en detrimento de las comunas ya había generado descontento entre los ciudadanos y líderes barriales, quienes acusan que esta medida ha llevado a una privatización paulatina de la agenda, excluyendo a las familias de bajos recursos que ahora deben incurrir en gastos extras para poder acceder a los espacios de la Feria.
Asimismo, la transformación de eventos como «Arrieros, Mulas y Fondas» y la implementación de palcos pagos para el desfile de silleteros también han contribuido a alejar la Feria de sus raíces populares.
En conclusión, aunque el alcalde Quintero prometió una Feria del pueblo, la realidad demuestra que los cambios realizados no han sido lo suficientemente audaces para recuperar su carácter público. La Feria de las Flores sigue siendo, en gran medida, una fiesta dirigida a turistas, dejando atrás la participación activa y entusiasta de los barrios y comunidades que alguna vez la hicieron vibrar con alegría.
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